martes, 8 de mayo de 2012

Las Ulceras De ADAN


La bárbara inocencia,
los ojos indecisos y las manos,
el horror de vagar sin un delito:
Y él se golpeaba el pecho, se decía,
yo suspiro otra cosa, yo quisiera,
mientras Dios, en el viento, respiraba.
Lo inventó una mañana
(en esto consistió el privilegio)
y olfateó su terror, sus crímenes, su sueño.
Entonces conoció la alegría de no ser inocente.
Y se apiadó de Dios
y lo hospedó en sus úlceras sin cielo.
HECTOR ROJAS HERAZO (1921- )

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